Por: William Briceño
Ni el asesinato de Julio César en la antigua Roma, ni ningún otro magnicidio en la historia de la humanidad, produjo la reacción popular que suscitó el 9 de abril de 1948, cuando a la 01 y 05 minutos de la tarde de ese fatídico viernes, se marca un nuevo rumbo histórico para Colombia.
Hoy, luego de transcurridas seis décadas recordamos al ilustre tribuno de cuya vida y obra sólo se conoce sus dotes de orador y las consecuencias de su asesinato. Gaitán va mucho más allá de ser el más destacado orador de la historia hispanoamericana, y tan importante como saber que el 9 de abril desvió el cauce de la historia para Colombia, es saber que Jorge Eliécer Gaitán fue un pensador, un creador de teoría, lo fue para la política y para la ciencia penal. El más agudo y trascendental penalista de este continente es casi un desconocido por nuestros abogados. Gaitán fue el primer latinoamericano que trajo directamente de la cuna del derecho y de los labios de sus fundadores, el Positivismo Penal a
Después de sesenta años, cuando desentrañamos su pensamiento observamos que en él realmente se conforma un sistema estructurado que a partir de un método científico, construye una lógica vertebrada, coherente y creativa. Gaitán parte del principio según el cual, desde una variable social determinada, puede explicarse y dársele solución al conjunto de las relaciones en sociedad. Consideraba que las variables al ser percibidas por la mente, ésta las interpretaba de acuerdo a su concepción de la realidad, donde el subconciente juega un papel fundamental en todo este proceso. “La realidad –sostenía Gaitán- es imaginación”. Esto explica el gran interés de Gaitán por la psicología, su rigorosa formación, erudición y creatividad en ese campo; y explica también el por qué de la gran importancia que le daba a la sociología, la cual llamaba Ciencia de
Gaitán se aferró con fuerza al derecho. Desde el momento cuando, oponiéndose a la voluntad de su padre -quien rechazaba la decisión del adolescente de convertirse en abogado- fue sorprendido a altas horas de la noche estudiando bajo la tenue iluminación de una vela, lo cual, lo obligó a visitar nocturnamente la desolada plaza pública para poder estudiar; hasta el día de su absurdo asesinato, el derecho fue su pasión y su vida.
A la 01 y 30 de la madrugada del 09 de abril, casi 12 horas antes de la gran tragedia, Gaitán culminó felizmente, la imperecedera audiencia en los anales de la historia judicial de Colombia, la defensa del Teniente Cortés. Un poco antes de la fatídica hora de la 01 y 05 de la tarde de la recordada fecha que divide la historia de Colombia, en su última conversación, Gaitán hablaba de su profesión de abogado: “Muchos abogados -decía- odian su profesión, no la tienen sino porque les da dinero. Yo no, yo la amo, porque me ha producido las mayores satisfacciones de mi vida. La gente puede creer que yo prefiero la política a mi carrera de abogado. Y es todo lo contrario. La política me ha dejado muchas decepciones, mi carrera nunca. Cada vez que la política me ha vuelto la espalda -y eso no ha sido una vez y tal vez serán otras en el futuro- me refugio en mis estudios de derecho, en mis teorías penales y me olvido de todo”.
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